Esta sopa fría de sandía y remolacha es una de esas mezclas que nos permite el progreso del primer mundo, porque combina en un solo plato dos hortalizas que son de temporadas distantes: la sandía del verano y la remolacha del invierno.
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Índice
La sandía, la remolacha y su devenir
- No soy fan de la sandía como fruta (tampoco del melón, hala, echadme las cruces), pero en alguna que otra preparación distinta me parece más interesante. En el caso de las sopas frías está indicadísima por la gran cantidad de agua que lleva y el frescor que aporta. Y el color tan lindo.
- Dicen los sabios que la sandía procede de la sandía de Ur, de origen africano, que se extendió por todo el Mediterráneo. Los primeros indicios de humanos comiendo sandía proceden de un asentamiento en Libia de 5000 años de antigüedad.
- Hay pinturas de sandías en tumbas egipcias de hace 4000 años; se cree que los egipcios empezaron a cultivar una fruta que en origen era amarga por la gran cantidad de agua que atesora y porque esa reserva de agua se conservaba con relativa facilidad largo tiempo. En algún punto del camino aparecieron ejemplares dulces que se fueron seleccionando; estas sandías primigenias no eran rojas por dentro, sino amarillentas. La rojez también es un rasgo que apareció mucho más tarde incluso de que se domesticaran; las primeras representaciones de sandías de carne roja son del siglo XIV.
- La remolacha es una raíz engrosada; procede una planta primigenia (también africana como la sandía) que dió lugar a la remolacha y a la acelga. Durante siglos solo se consumían las hojas y, aunque se sabe que los romanos sí consumían la raíz, no volvió a utilizarse esta para consumo humano hasta el siglo XVI.
- Ojocuidao, porque la remolacha azucarera no es la misma variedad que la remolacha de mesa; que no os confundan con eso de que la remolacha tiene mucha azúcar, porque no es verdad.
La receta de la sopa fría de sandía y remolacha
La receta procede de esta web, en la que mezclan estas dos hortalizas con zumo de naranja (tampoco muy veraniego) y jengibre, que le da un fresco estupendo.
Vídeo: cómo se hace la sopa fría de sandía y remolacha
He hecho un stop motion patatero, no me juzguéis muy duramente. En 45 segundos:
Vamos con ella:
- 750 g de sandía
- 1 remolacha cocida o asada
- 240 ml de zumo de naranja
- 1 trozo de jengibre fresco rallado
- Zumo de 1 limón
- Agua fría al gusto
- Sal al gusto
- Nata líquida para adornar
- La remolacha la puedes poner ya cocida o hecha en casa en el horno; el asado le da un sabor un poquito más interesante.
- Pela la remolacha y la sandía; corta en cubos.
- Pela el jengibre fresco y cortálo en trozos.
- Pon todos los ingredientes en una batidora potente, menos la nata, y tritura hasta que esté bien fina la mezcla.
- Prueba y rectifica la sazón si hace falta o añade más agua si está espesa. Refrigera en la nevera varias horas hasta que esté bien fría.
- Sirve con un chorrito de nata por encima.
Dudas y consejos sobre la sopa fría de sandía y remolacha
- —¿Cuánta agua le pones a la sopa?— No he puesto cantidad porque depende de lo líquida que te guste la sopa y de la cantidad de agua de la sandía.
- —¿Cuánto tiempo aguanta?— Siempre bien refrigerada en la nevera, no deberías tenerla más de 2-3 días, igual que un gazpacho.
- —¿Le puedo poner más remolacha?— Eso depende del gusto de cada uno; a mí personalmente la remolacha me parece que domina todo en cuanto te pasas un poco de cantidad, por eso prefiero quedarme corta.
Referencias
- Chilled watermelon and beet soup. NDTV Food
- The 5,000-Year Secret History of the Watermelon. National Geographic
- Remolacha. Consumer
La chefa recomienda
Más sopas frías y refrescantes:
- Gazpacho andaluz
- Salmorejo cordobés
- Ajoblanco malagueño
- Gazpacho extremeño campero
- Gazpacho de cilantro
- Gazpacho de melón cantaloup
- Gazpacho de cerezas
- Gazpacho de melocotón
- Sopa de sandía y tomate
Bonita y refrescante, esta sopa fría de sandía y remolacha lo tiene todo. Sírvela en cuencos de sopa o en chupitos.
NiEstá dice
Yo nunca he sido «sandiero». Y remolachero aún menos. No he visto nunca a mi madre, y por herencia a mis hermanas, usar la remolacha de ninguna de sus maneras posibles. Pero ahora que vivo en esta Europa Central, casi Oriental, he tenido oportunidades mil de probarla, en mil preparaciones. Y no, no es lo mío. Uno se la come si se la ponen por delante, pero si puedo elegir…
De la sandía no tengo explicación con la que culpar a mi progenitora, porque de pequeño cuando aún existía el patio donde mi abuelo tuvo la bodega, mi primo plantaba sandias. Casi salvajes ellas, por allí, ocupando todo el patio. Mi abuela, o quien fuera, recogía las maduras y como no nos daba tiempo a comerlas, las guardaba debajo de la cama. Allí se conservaban estupendamente hasta que les llegaba su hora. Así, que la única explicación que yo le veo a mi «no-gusto» por las sandías son las pepitas. Sí, soy un vago y siempre me han dado mucha rabias los alimentos a los que hay que quitarles algo pequeño y en cantidad que no se come. Nada como un melocotón: un sólo hueso y grande. Lo reconozco, soy un vago 🙂
P.D.: ahora hay sandías sin pepitas, pero las que plantaba (porque aquello no era cultivar) mi primo no eran tan sofisticadas 😛
Miriam Garcia dice
Confieso que yo tampoco soy mucho de remolacha ni de sandía, pero combinadas y según con qué condimentos están ricas. La sandía siempre la he encontrado demasiado acuosa e incómoda de comer, también soy un poco vaga con las frutas :). Y la remolacha tiene un sabor intenso que no es fácil de combinar, pero en mi casa no soy la única, también tengo que cocinar para los demás ;). Besos.
Auxihosteleria dice
Madre mía que buena pinta! Ayuda mucho la foto, la verdad… Haces tu las fotos? por que molan bastante. Y gracias por la información añadida sobre la sandía y la remolacha. Enhorabuena, me encanta tu blog!
Miriam Garcia dice
Sí, las hago yo, soy fotógrafa. Un placer ;).