Estas galletas de Navidad en espiral pretenden ser navideñas por sus colores, pero más bien sugieren que las hice durante un viaje lisérgico. Del ácido, se entiende. Pero poder alucinógeno aparte, son taaaan monas que todo el vecindario os envidiará por vuestro buen hacer. Reconocedme que incluso en Navidad tenemos estos malos pensamientos. Y ya que no puedo ser envidiada por mi fortuna y mi belleza, pues me pongo el mandil y me hago unas galletas. Ea.
Estas galletas de Navidad tienen una masa de mantequilla de lo más corriente, de la que empieza montando la mantequilla con el azúcar, en concreto esta que usé para las galletas ajedrez de María Lunarillos. En lugar de teñir la masa con chocolate teñimos una mitad con colorante verde y la otra con colorante rojo. Y se hace una espiral con ellas, hala.
No suelo usar colorantes artificiales, pero en este caso he hecho una excepción; en cualquier caso la cantidad que se usa es escasa. No quiere eso decir que los recomiende, pero tampoco recomiendo las chuches, por ejemplo. Los colorantes artificiales tienen la ventaja de que aguantan perfectamente las altas temperaturas del horneado, pero si os da reparo usarlos el color rojo se puede conseguir con zumo de remolacha y el color verde con clorofila o con té matcha, aunque nunca será un rojo o un verde tan puro. Eso sí, los colorantes naturales como estos tienen el inconveniente de que también dan sabor, así que habréis de tenerlo en cuenta.
- 290 g de mantequilla ablandada
- 150 g de azúcar
- 1 pizca de sal
- 1 cdta. de extracto de vainilla
- 410-420 g de harina de repostería
- Colorante rojo
- Colorante verde
- Ponemos la mantequilla a temperatura ambiente con el azúcar en un bol, y montamos el conjunto con varillas eléctricas o con robot con pala, por lo menos 5 minutos a velocidad alta, hasta que esponje y blanquee.
- La mantequilla no debe verse brillante, señal de que empieza a derretirse, la mezcla debe mantenerse mate en todo momento. En verano la mezcla se nos puede calentar en exceso; si la vemos brillar meteremos el bol unos minutos en el frigo y luego seguiremos batiendo.
- Agregamos el extracto de vainilla (1). Con las varillas o el robot parado añadimos la harina bien tamizada con la sal. Homogeneizamos con una espátula o con el robot hasta obtener una masa fina, pero que casi no se debe pegar a las manos.
- Pesamos la masa y la dividimos en dos porciones de igual peso. A una le añadimos el colorante rojo y a la otra el colorante verde, en la cantidad que nos guste más; la cantidad también depende del tipo de colorante.
- Mezclamos para que el color se homogeneice, pero intentando no amasar en exceso para que no se desarrolle demasiado el gluten.
- Hacemos una torta con cada masa, las envolvemos en plástico de cocina y las dejamos reposar por lo menos una hora en el frigo, para que el gluten se relaje y se puedan extender bien con el rodillo.
- Una vez reposadas las masas las sacamos y dejamos que se atemperen, de lo contrario se nos agrietarán. Las aplastamos con los dedos sobre el mismo plástico, al mismo ancho de la lámina. Cubrimos con otro plástico de cocina y extendemos con un rodillo hasta un grosor de unos 2-3 mm, al largo que dé la masa. Si tenéis un rodillo con guías, mejor que mejor, pero yo no lo tengo.
- Ojo, no extenderemos las masas sobre la encimera enharinada, pues la harina blanca mancharía el color.
- Una vez extendidas las masas colocamos una sobre la otra, para ello volteamos una de ellas sobre la otra con mucho cuidado de que cuadren los bordes lo mejor que podamos, porque levantar luego la de encima para recolocarla es complicadillo.
- Recortamos los bordes para que casen bien. En el borde donde vayamos a finalizar el enrollado cortaremos un poco más dentro la lámina superior, para que luego la inferior la envuelva (en las fotos se ve que el lado de masa que está mirando hacia mí tiene más superficie de masa roja, que está debajo, que de masa verde).
- Usando el mismo plástico inferior para ayudarnos, como si enrolláramos un sushi, empezamos a enrollar por el lado largo. Con el inicio hay que tener cuidado, porque tiende a agrietarse al ser el radio de giro tan pequeño. Si se nos abren grietecillas las rectificaremos como podamos con los dedos, aunque luego las grietas tienden a arreglarse en el horno al expandirse la masa.
- Enrollaremos toda la lámina de galleta hasta el final, siempre apretando bien el rollo con el plástico.
- Cogemos un tubo de cartón de los de los rollos de cocina o de papel aluminio y lo cortamos por la mitad a lo largo, para descansar el rollo de galleta sobre él y que la parte inferior quede curva y no plana. Ya tendréis un arsenal de rollos de cartón si habéis hecho mis galletas de rulo de chocolate ;).
- Ponemos un medio tubo a continuación del otro y acostamos el rollo de galleta sobre ellos con cuidado; llevamos la masa al frigo y dejamos que se endurezca por lo menos una hora.
- Cuando la masa esté durita ponemos el rollo sobre una tabla de cortar y cortamos galletas de unos 4 mm de grosor, que iremos poniendo sobre un tapete de horno o un papel de hornear. Dejamos por lo menos un margen de un par de centímetros entre ellas, porque se extienden en el horno.
- Cocemos las galletas en el horno a 175º (con aire) / 195º (sin aire) durante unos 12 minutos. Es mejor que no se doren apenas, porque desvirtuaría el color.
- Cuando estén hechas las ponemos a enfriar sobre rejilla, manipulándolas con mucho cuidado porque son muy frágiles en caliente.
- Con los recortes podemos hacer las galletas alucinógenas pequeñitas que se ven en el tronco del árbol, con nada más que juntarlos sin ton ni son y formar un cilindro con ellos. Luego se corta esta masa en rodajas igualmente.
Siento el bodrio de fotos con flash del paso a paso, pero con el fin de semana oscuro como en Mordor que hemos tenido… no me ha quedado más remedio.
¿Más galletitas navideñas?
Ya sabéis, para darle un aire psicodélico y alucinógeno a vuestra Navidad… haceros estas galletas de Navidad en espiral. No, no os harán flipar a no ser que les pongáis otras sustancias en lugar de la vainilla. Pero eso ya es cosa vuestra, queridos, yo no quiero saber nada. Y tampoco respondo de lo que ocurra si las miráis fijamente.
Elena dice
Ay Miriam, en qué lío me acabas de meter con estas galletas. Iba a comprar a mi hijo unas patatas fritas para que llevara a la fiesta de la clase por Navidad… y mira que me ha seducido hacer esto. Son atómicas! Si es que por mucho que una se empeñe en ser una madre moderna y dedicarme a hacerme la manicura, al final la cabra siempre tira al monte…
Miriam Garcia dice
Jiji, la has hecho buena…
Patricia dice
Me encantan las galletas tan divertidas que has preparado, además de ricas, chulísimas! bss
Estorbin dice
Jajaja, me parto con tus comentarios. La verdad es que son una monada y espero que no muy complicado para hacer con los peques. Me la guardo para estos día de mier… Digo de Mordor que estamos teniendo. Un abrazo
Elena dice
Hola Miriam, ayer hice las galletas. La verdad es que es un gusto hacer recetas tan vistosas. Estas son las típicas cosas que le hacen a una reconciliarse con las manualidades (a mis cuarenta y…) yo, que toda la vida he sido bastante mano-muñón. :S :S :S
La única pega es que el tema colorante me dio un poco de mal rollito. Nunca lo había usado, y no me gustó mucho el olor que deja en la masa, aunque es verdad que luego no se aprecia nada una vez horneadas las galletas. Me acordé inmediatamente de tu comentario de las chuches, que tienes todita la razón… así que ya tengo un motivo más para demonizarlas aún más jajaja. Nada mejor que armarse de argumentos para prohibir con fundamento…
En cualquier caso es verdad que un día es un día, y químicos más dañinos nos comemos sin ser en absoluto conscientes, y la realidad es que quedan tan graciosas las galletas que merece la pena la «pequeña intoxicación».
Una cosa importante: creo que te has olvidado del paso de la clara de huevo. Cliqué en la receta de las galletas ajedrez y vi que es para que las dos masas peguen (espero que fuera para eso). A mi me quedó bien.
Gracias por partirte la cabeza a pensar para que los demás disfrutemos. Un gusto seguirte y cocinar lo que nos propones. Siempre con ese toque sorprendente tan personal.
Miriam Garcia dice
Hola, Elena, me alegro de que os gustasen, son muy divertidas. El colorante que yo usé no huele a nada, es verdad que da un poco de yuyu, por eso lo aviso. Pero vamos, que a toda la gente que hace galletas con glasa y cosas con fondant es un tema que parece no preocuparle nada.
No me he olvidado de la clara de huevo, por la misma forma que tienen las galletas no les hace falta para que peguen bien las masas, porque al expandirse en el horno por la propia forma de la espiral tienden a pegarse entre sí, cosa que no ocurre tan claramente con la forma de ajedrez.
Abrazos y feliz navidad galletera 😉
Elena dice
Muchas gracias por responder tan rapidísimo, Miriam.
Sí, estoy contigo en que los amantes de las montañas de fondant y glasa no tienen ningún tipo de reparo (y yo aún no he visto a nadie con la piel fosforita, que sería lo esperable jijiji, aunque igual es cuestión de tiempo, no creas…)
Una cosa: ¿para qué es la clara de huevo entonces? la que pones en los ingredientes.
Miriam Garcia dice
No es para nada porque no hace falta, ya la he quitado, había copiado la receta de las galletas ajedrez y se había quedado ahí. Gracias por darte cuenta!
Elena dice
🙂 🙂 🙂 🙂