Los alfajores chilenos tienen su propia idiosincrasia, que lo sepáis. Y han encontrado su sitio en este artículo bastante atípico para El invitado, porque no solo viene con receta, sino con crítica de cine y entrevista. Tres por el precio de uno.
Los alfajores chilenos se diferencian de los argentinos en que las galletitas (u hojarascas, como las llaman por aquellos pagos, que me recuerda a nuestras hojuelas) son más ligeras, parecidas a lo que por aquí llamamos crackers, y no llevan azúcar. Se hornean más finitas y como llevan levadura química, crecen en el horno y quedan más huecas. Pero se rellenan igualmente de golosón dulce de leche (o manjar).
¿Que a qué viene hablar ahora de los alfajores chilenos? Pues a qué recientemente se pusieron en contacto conmigo de la televisión pública estadounidense, la PBS, por si me interesaba ver un documental chileno, La hora del té, y preparar algún dulce típico chileno. Y me dije: es mi excusa para preparar alfajores, ejem. La ocasión la pintan calva.
El documental La hora del té trata sobre un grupo de amigas del colegio que lleva 60 años reuniéndose a tomar el té una vez el mes. Estas señoras se reúnen siempre sentadas a la mesa de un té servido con todo primor, como lo haría cualquier abuela española, con sus porcelanas, sus bandejitas llenas de dulces y sus pañitos de encaje. Mientras se homenajean hablan de lo divino y lo humano sin mucho pudor.
El documental se puede ver en este enlace del 28 de julio al 26 de agosto. Os lo recomiendo porque es encantador y conmovedor. Y en cualquier caso es una buena excusa para regalarse unos alfajores chilenos. Está muy bellamente rodado, como si la cámara fuera una más entre esas mujeres que ven el mundo desde el final de su vida aún con humor y, sin duda, con ganas de comer y homenajearse, pero sobre todo de estar juntas.
Después de la receta podéis leer una breve entrevista con la directora, si os apetece, precisamente nieta de una de las abuelitas protagonistas.
Os dejo con los alfajores:
- 230 g de harina de repostería
- 1 cdta. de levadura química
- 60 g de mantequilla ablandada
- 1½ cdas. de vinagre
- 3 huevos
- Dulce de leche para rellenar
- Cernimos la harina junto con la levadura en un bol.
- Agregamos la mantequilla ablandada y mezclamos. Añadimos el vinagre y volvemos a mezclar; esto podemos hacerlo en un robot con pala o a mano. Obtendremos una masa arenosa.
- A continuación, agregamos los huevos y mezclamos bien hasta homogeneizar. La masa obtenida no debe pegarse apenas a los dedos; si se pega agregaremos un poquito más de harina.
- Envolvemos la masa en un plástico y la dejamos reposar media hora a temperatura ambiente para que se relaje el gluten.
- Estiramos la masa sobre la encimera ligeramente enharinada (no se pega mucho, es bastante grasa) y recortamos círculos de pasta con un cortador de galletas o un aro de emplatar, de unos 5 cm.
- Vamos poniendo las galletas en una bandeja de horno, cuando esté llena las pinchamos dos o tres veces con un tenedor para que no se inflen demasiado y cocemos las galletas 10-12 minutos en el horno caliente a 180º (sin aire).
- Las sacamos a enfriar a una rejilla.
- Cuando estén frías preparamos los alfajores chilenos rellenando las galletas con el dulce de leche.
Os dejo con Maite Alberdi:
Empecemos por el principio, ¿cómo se te ocurrió la idea de filmar a tu abuela y a sus amigas? ¿Qué es lo que te llamaba la atención?
- Me llamaba la atención que eran muy distintas entre ellas, eran amigas, pero les había tocado vivir historias muy distintas y tener personalidades diferentes, y me sorprendía que fueran amigas. Sin embargo, el hecho de haberse juntado por 60 años una vez al mes las obligó a compartir la vida y experiencias y yo vi en ellas que las amigas no son las que se parecen más a ti, sino que son las que han compartido experiencias importantes contigo.
¿Tenías alguna película en mente para inspirarte? ¿Cuáles son tus cineastas favoritos?
- Mi cineasta favorito es Nicolas Philibert, por su forma de observar la realidad cotidiana, por volver transcendentes historias mínimas y acontecimientos simples.
Me encanta la naturalidad con la que se tratan cuestiones tan serias como la infidelidad y la muerte; la pregunta de si preferirían enviudar antes de que les hubieran sido infieles es tan trascendental que parece mentira que la planteen mientras toman pastelitos con ese aire inocente. ¿Te parece que las mujeres abordan temas que los hombres no tocan cuando están juntos?
- Creo definitivamente que nos relacionamos de maneras muy distintas hombres y mujeres, y me lo he preguntado mucho haciendo esta película. He tratado de pensar si hubiese podido hacer lo mismo con hombres y habría sido imposible. Creo que los hombres se juntan a hacer otras cosas, a realizar actividades en grupo y a partir del hacer van conversando, pero buscan a los amigos para realizar cosas. Las mujeres necesitan conversar y en general en torno a la mesa, tocando temas profundos a veces de manera que parecer frívola, pero así son las relaciones. Los temas serios no se tocan necesariamente de manera dramática.
Cuando vi el documental pensé que esas abuelas con sus preocupaciones, vivencias e incluso prejuicios eran perfectamente extrapolables a España, ¿crees que es por la historia y cultura compartidas (para bien o para mal) o se puede entender en muchas otras nacionalidades?
- Creo que es una película bastante universal y transversal a todas las culturas. Probablemente hay una conexión entre España y Chile que permite entender mejor el rol de la mujer en una sociedad conservadora y las diferencias de clase, pero creo que son mujeres, amigas, abuelas, esposas que hablan de la amistad, el amor, la vejez y la muerte, y esos son temas totalmente universales y me he dado cuenta de que funciona en todas partes del mundo.
¿Es cierto todo lo que aparece? ¿Murió Mª Teresa durante la filmación? Emocionantísima la carta de despedida que leen.
- Sí, todo lo que sucede es real, María Teresa, mi abuela, murió al final del rodaje y ese día que aparece en la película como el último es efectivamente la última vez que se juntaron las amigas.
¿Cómo hicisteis para que la cámara parezca una más de las amigas, completamente inmersa en el grupo?
- Yo era nieta de una de ellas y tenían una confianza total conmigo, pero rápidamente se acostumbraron a la cámara y al equipo porque ellas tenían que seguir con su rutina, tenían que efectuar su rito como siempre sin importar que estuviéramos, así que nos volvimos invisibles, éramos casi parte de la utilería de la casa, realmente no estábamos para ellas.
Como mi blog es de recetas arrimo el ascua a mi sardina y me hubiera gustado que se hablase más de los dulces que aparecen. En los créditos iniciales del documental se ven unas manos decorando pastelillos. Cuéntanos, desde el punto de vista culinario y aparte del brazo de reina y los alfajores chilenos, ¿qué otros dulces o platos formaban parte de estos tés entre amigas? ¿Hay algún otro dulce que no pueda faltar en un té o merienda chileno?
- En la hora del té chilena no puede faltar jamás el pan con palta (aguacate), el pie de limón es un clásico, los queques, los kuchen con frutas que llamamos tartaletas que tienen crema pastelera y fruta.
Y abusando ya de tu confianza y por no dejar el tema culinario, ¿qué receta chilena salada nos recomendarías para probar si visitásemos Chile, cuál es a tu juicio ese plato que nadie se debería perder?
- Huy, qué difícil elegir, mi favorito sin duda es el pastel de choclo con ensalada chilena. Se usa harto el choclo en la mayoría de los platos de la cocina chilena, creo que es un buen plato para probar porque si bien es típico se podría cocinar en cualquier parte. La ensalada chilena simplemente tomate con cebolla y un poco de ají verde.
No sé si los chilenos darán el visto bueno a estas hojarascas porque creo que me han quedado demasiado gordas. Pero no me lo tengáis en cuenta, es la primera vez que hago alfajores chilenos…
Estas galletitas son sencillísimas de hacer y tienen la ventaja de que al no llevar azúcar y ser relativamente finas hacen un buen contrapunto con el dulce de leche y el conjunto no resulta empalagoso. No requieren mucho tiempo de horno, así que estos alfajores chilenos se pueden preparar incluso en pleno verano. Animarse, repámpanos.
Cecilia dice
Nunca había escuchado hablar de estos alfajores, soy Argentina y si he probado, hecho y de todo con los nuestros que están exquisitos pero esta versión la provaré, dado que al no llevar azúcar… Puede ser una buena opción.
Miriam Garcia dice
A veces sabemos poco de nuestros vecinos ;).
Dolors dice
I a mi que se me ocurre que los alfajores chileno también deben ir bien acompañando cositas saladas.
Me los imagino con queso a las finas hierbas y filetes de anchoas de la Escala, matequilla maître d’hotel y salmón ahumado,…
I también otras dulcerías, claro que si: queso y membrillo, mantequilla y mermelada de higos,…
Es ver tus fotos y se me desarrolla la inspiración 😀
Miriam Garcia dice
Si es que para hacer planes de comer necesitamos poca inspiración XD. Abrazo.
marie dice
Me encanta la receta, la entrevista…pero ya al leer el nombre de Nicolás philibert …todo exquisito. Voy a hacerme unos Alfajores y a verme algo de cine francés, que hoy por aquí llueve. Un saludo
Miriam Garcia dice
Gracias, querida. Dónde es por aquí? 😉
marie dice
Por el norte.Cántabria, León…
Miriam Garcia dice
Buen sitio 😉
Kako dice
Te quedaron muy lindos. Supongo que cada sitio tiene sus costumbres y da diferentes nombres a los dulces, lo que preparaste yo lo conozco por hojarascas y se rellenan con manjar o chancaca, los alfajores son de maicena y son muy distintos, pero da igual, lo importante es que te gustaron.
Un abrazo
Miriam Garcia dice
Sí, lo de hojarascas lo he puesto y lo de manjar también ;). Pues a mí me han dado esta receta como chilena, dependerá de la zona del país?
Tania dice
Tienen buena pinta y sin duda deben estar muy ricos, pero como chilena debo decir, que estos no parecen alfajores chilenos, para nada. Por los ingredientes creo que la receta es la problemática, no el grosor.
La masa de los chilenos es ligera y crocante, pues lleva muy poca o ninguna materia grasa, y no tiene levadura. La hojarasca tiende a doblarse en el horno y tener una forma muy típica, y es tan frágil que los pedazos que se rompen suelen usarse como decoración sobre el manjar.
También pueden decorarse con coco rallado, aunque no es parte del estilo más tradicional.
Miriam Garcia dice
Hola, Tania, supongo que habrá muchas variantes… solo puedo decirte que es la receta que a mí me dieron como chilena! Abrazos.
Tania dice
Claramente, pero por decirlo de alguna manera, la estructura es totalmente distinta. Como si pidieras un croissant y llegara un panqueque a tu mesa. Disfrutaríamos de igual modo ambas delicias, pero vamos, un croissant es un croissant 😉
Saludos!
Miriam Garcia dice
Muchas gracias por la info, Tania!
Laura dice
tengo que probarlo! qué pinta:) y qué ilusión lo del documental este, hace mucho que intento verlo y no sabía por dónde encontrarlo, pero ya lo tengo en la agenda. Me parecen unas señoras encantadoras, la verdad!
te mando un abrazo desde Washington DC, y que sepas que te sigo siempre!
Miriam Garcia dice
Ah, sí? Qué bien, pues me alegro de que lo hayas encontrado ;). Un abrazo transoceánico.