(1) La señora Christine Ferber, una eminencia francesa en el tema de las mermeladas, propone en este punto recoger el líquido, separándolo de los trozos de fruta, y reducirlo en una cazuela aparte, para finalmente agregárselo a la fruta de nuevo. De esta manera la fruta se cuece menos tiempo, por lo que conserva más textura y un sabor más fresco.
(2) Para envasar la mermelada se pueden usar tarros tanto nuevos como reciclados de conservas. Después de pasar por el lavavajillas, se cuecen en agua hirviendo que los cubra durante 15 minutos. Las gomas y tapas no se hierven, se añaden al agua al apagar el fuego. Los tarros se van sacando y se ponen boca abajo en un paño limpio para que escurran un poco el agua antes de llenarlos. Ojo, porque queman. Se manejan con pinzas y paños de cocina.